EL LUNES TE CUENTO
El evento tuvo un gran éxito. Según el cronista mayor de la Villa llegaron gentes de varias ciudades peninsulares e insulares, vinieron de países vecinos y lejanos, acudieron americanos del sur y del norte, participaron mujeres y hombres de las islas Filipinas, Brunei, Seychelles, Gambia, Nueva Zelanda. Desde Japón, Corea del Sur y Hong Kong enviaron videos. Desde Kirguistán entraron por videoconferencia. Aunque rusos y chinos se abstuvieron de intervenir porque estaban de mal humor, la concurrencia fue enorme y obligó a los organizadores a prorrogar por dos días el encuentro. Solo los coleccionistas de mariposas consumieron media jornada con sus filmaciones y explicaciones. Les siguieron los propietarios de colecciones de porcelanas inspiradas, entre los que destacó el señor Carabo con su muestrario de mil de búhos. Impresionó un amante de las miniaturas con su colección de retratos de presidentes de Estados Unidos en granos de arroz. Suscitó cierta curiosidad un coleccionista de pegatinas de la Transición y no le fue a la zaga el señor Blai con su compilación de primeros números de los nuevos periódicos impresos que antaño salían al mercado.
El congreso popular de coleccionistas sirvió de plataforma publicitaria de los poseedores de museos privados de pintura y escultura de todas las épocas y lugares, gente admirable, culta y con posibles. A las artes plásticas se añadieron los coleccionistas especializados en sellos de correos, escudos de armas, monedas, medallas, fósiles, trajes, calzado… En materia literaria destacó un cervantino de México con su explicación sobre el impresionante acopio de motivos quijotiles acumulados a lo largo de su vida en la casa-museo de Guanajuato. Entre los participantes de más edad comparecieron muchos coleccionistas, mayormente anglosajones, de bastones y sombreros. Hubo bastante animación infantil y juvenil, con intercambio de cromos, pines, discos y plaquitas de marcas de coches y motos, arrancadas a vehículos en las calles.
De sorprendente e hilarante calificó el cronista el momento en que el Marqués de las Marismas mostró las imágenes de su estupenda colección de probetas con mechones de pelos del pubis (Monte de Venus) de las decenas de mujeres con las que tuvo trato.
–Yo suponía, amigo Escobar, que su original cosecha era una ocurrencia de Berlanga en La escopeta nacional –dijo el presentador, un famoso locutor de radio que emitía en directo.
–Pues no, pollo, de ocurrencia nada, que mi dinero me ha costado.
Otro momento risueño se produjo cuando el famoso locutor presentó a don Desiderio, “notable coleccionista de piedras preciosas”.
–Preciosas no, de las otras –le corrigió el interesado.
–¿Puede aclararnos..?
–Piedras normales, chinas, guijarros… Empecé a recogerlas hace muchos años, cuando embarqué la primera vez y mira, ya tengo piedras de ochenta y siete países. ¿A que mola?
Contra lo que su apellido sugería, madame y monsieur Perrin no coleccionaban piedras sino errores, grandes errores.
–¿Propios o ajenos? –les preguntó el presentador.
–Los propios te fastidian, los ajenos te pueden fascinar –dijo madame.
–¿Por ejemplo?
–El catálogo histórico es muy amplio, pero podemos elegir el disparate de los revolucionarios franceses, tan acertados en la división de poderes, la liquidación del antiguo régimen, la implantación de la democracia representativa…, de implantar un calendario propio en sustitución del imperial romano.
–Vamos que eso de llamar termidor y fructidor a julio y agosto y pretender que el año nuevo comenzara en septiembre fue un error monumental –añadió monsieur Perrin–; menos mal que llegó Napoleón y repuso los meses en su sitio, lo cual es lógico, pues no olvidemos que aspiraba a ser un emperador más grande que Julio Cesar Augusto.
Aunque los coleccionistas de ideologías resultaron muy pesados, los de paradojas se atropellaron unos a otros y los de buenas ideas acabaron discutiendo con los de malas ideas y no dejaron hablar a los de ideas absurdas, la potencia de los artefactos musicales exhibidos por los colegas de este sector les cortó el rollo. Así, con música y baile, concluyó un evento en el que, desde luego, lucieron los poseedores de colecciones de fermentados y destilados (vinos, cervezas y licores) de muchos puntos del globo y quedó demostrada la capacidad de los humanes de prolongar su yo a través de las cosas.