Archivo por meses: May 2022

A pelar dilemas

LOS LUNES TE CUENTO

Luis Díez

El recolector realizaba su tarea mientras meditaba sobre la vida. Alargó un brazo, agarró un dilema –¿Prefiere ser un ignorante feliz o un sabio desgraciado?– y lo depositó en la cesta. Dio unos pasos y recolectó otro –¿Si la Tierra es redonda, qué sentido tienen los términos arriba y abajo?–. Vio otro en su punto –¿Las ancas de rana son carne o pescado?– y lo echó a la cesta. Avanzó medio metro y recogió otro –¿Qué hacer al abrir una ostra: comérsela o ver si tiene perla?–, y otro más, y otro muy manoseado –¿Si el huevo sale de la gallina y la gallina sale del huevo, qué fue antes?–. Avanzó hasta el siguiente árbol y recolectó otro –¿Es preferible un amor de verdad o uno de ternura y mentiras?–, y otro –¿Si no somos algo para alguien seremos nada para todos?–, y otro –¿Reina la perplejidad porque soportamos a la monarquía o soportamos a la monarquía porque reina la perplejidad?–, y otro más –¿Hay guerras porque hay ejércitos o hay ejércitos porque hay guerras?–. Ya con la cesta llena, se sentó a pelar dilemas, le entró el sueño, se recostó en unos setos y se quedó dormido. Cuando despertó tenía la camiseta mojada como si hubiera nadado en un mar de dudas.

Al asno de Buridan

El lunes te cuento

Moldavia, bajo la amenaza bélica del ‘putinato’

Madrid, 03-05-2022.– Luis Díez

¿Va Putin a por Moldavia? Algunos observadores occidentales afirman que se dispone a ocupar a sangre y fuego la pequeña república (2,5 millones de habitantes) situada entre Ucrania y Rumanía con el mismo argumento que utilizó para arrasar el Donbass: la protección de los independentistas pro rusos de Transnistria que, de pronto, dicen sentirse amenazados por Ucrania. Aunque nadie les ha cuestionado desde que en 1992 se separaron de Moldavia con el apoyo del Kremlin y proclamaron su propio Estado, la República de Transnistria, con capital en Tiráspol, en la orilla oriental del río Dniéster, la protección de esos 200.000 habitantes sería razón suficiente para justificar el avance militar por el sur de Ucrania (departamento de Odesa) hasta la micro república, en la que Moscú mantiene una guarnición de 1.500 militares. Y ya en marcha, cruzar el Dniéster, atacar la capital moldava, Chisináu, y extender el putinato hasta el río Prut, en la frontera con Rumanía.

Los procedimientos del carnicero del Kremlin para invadir Moldavia son también similares a los que precedieron a la invasión de Ucrania, el 24 de febrero: explosiones misteriosas, polución y amenazas en Internet e incertidumbre y temor en la población. Así, cuatro días después de que el comandante del distrito militar central de Rusia, Rustam Minnekayev, dijera que los objetivos de Moscú incluían la toma del sur de Ucrania, para darle a Rusia el control sobre la costa del Mar Negro y el acceso a Transnistria, fueron derribadas con explosivos las torres de radio y televisión cercanas al pueblo de Mayak. Horas después, varios individuos dispararon con lanzagranadas contra un cuartel en Parkany y contra el Ministerio de Seguridad de Transnistria en Tiráspol. No hubo víctimas.

Las fechorías fueron suficientes para que las autoridades locales culparan a los ucranianos de los ataques terroristas. Kiev negó estar detrás de los atentados. Pero el jefe del micro Estado pro ruso, Vadim Krasnoselsky, se apresuró a declarar la “alerta roja” durante dos semanas para garantizar, dijo, la seguridad del pueblo pridnestroviano. Acto seguido, el líder separatista de Donets (Ucrania), Denis Pushilin, pidió abiertamente a Moscú “una nueva fase de la operación especial militar teniendo en cuenta a Transnistria”. La táctica del Donbass se repite. Hay razones fundadas para pensar que el belicista del Kremlin se dispone a utilizar Transnistria para lanzar sus tropas y misiles al otro lado del Dniéster.

Aunque la presidenta de Moldavia, Maia Sandu, dijo que “no hay riesgos inminentes para los ciudadanos, especialmente en la derecha del Dniéster”, algunos datos indican que la ocupación del pequeño país agrícola, el más pobre de Europa, neutral y carente de Ejército profesional, sería un paseo militar para los estrategas del putinato. Moldavia aspira a ingresar en la Unión Europea (UE) desde hace más de una década. Sus planteamientos son similares a los ucranianos. Incluso en plena crisis económica, derivada de la falta de regulación financiera y la abusiva especulación bancaria, los moldavos votaron mayoritariamente a los partidos políticos europeistas.

Desde 2010, Moscú dejó de ser una referencia para los moldavos; ahora es, además, una amenaza, un peligro tan grande que ya se plantean un referendo para integrarse en Rumanía, de la que formaron parte hasta 1940. De este modo se convertirían en ciudadanos de la UE automáticamente y en aliados de la OTAN al mismo tiempo. Naturalmente, esa posibilidad deberá tener luz verde de las autoridades de Bucarest y de los países socios de la UE y de la Alianza Atlántica. Y desde luego, soliviantarían al ambicioso plutócrata del Kremlin, cuyo secretario del consejo de seguridad y asesor principal, Nikolai Patrushev, avanzó hace una semana el plan de fragmentar Ucrania en “varios estados”.

La sombría perspectiva de desmembrar el país invadido y apropiarse de las regiones del mar de Azov y el Donbass permitiría al carnicero del Kremlin aliviar el humillante fracaso de su objetivo principal: colocar un gobierno títere en Kiev y someter a toda Ucrania a sus designios imperiales, antidemocráticos y antieuropeos. Pero esos planes de segmentación, que incluyen el control de la región de Odesa y el avance militar hacia Moldavia, chocan contra un obstáculo superior: la resistencia ucraniana, cada día más fuerte y mejor pertrechada con armamento occidental. Ahora que Putin, el canalla que tanto dolor, muerte y destrucción ha provocado en el país hermano, se dispone a celebrar el 77º aniversario de la victoria rusa contra los nazis, debería contrastar el resultado de su nazionalismo belicoso e imperial y ordenar la retirada.